Hace unos días, en nuestra charla de las 7, reflexioné sobre la creciente desconfianza ciudadana en la justicia. Casos como el de una mujer en Chalco, que hizo justicia por su propia mano tras el despojo de su vivienda, muestran que algo no está funcionando. La pregunta inevitable es:
¿Cómo impedir que la desesperanza nos lleve a ignorar las instituciones y hacer justicia por propia mano?
Por eso la reforma judicial es importante, pues aunque puede sonar lejano, técnico, “de abogados”, en realidad es una oportunidad para transformar la forma en que se imparte justicia en México.
¿Qué es la reforma judicial?
En 2024 se aprobó una reforma constitucional que transformó la estructura del Poder Judicial de la Federación. Algunos de sus principales cambios son:
- La Suprema Corte de Justicia pasa de 11 a 9 ministros, que sesionarán únicamente en pleno.
- Se elimina el Consejo de la Judicatura Federal, y en su lugar se crean:
- El Órgano de Administración Judicial, encargado de administrar recursos y personal.
- El Tribunal de Disciplina Judicial, que investigará y sancionará faltas graves de personal con funciones jurisdiccionales, y también evaluará su desempeño.
¿Qué cambia con la reforma judicial?
El mecanismo de designación del personal jurisdiccional, pues primero se eligen los mejores perfiles y luego los mexicanos y mexicanas votan por elección popular quienes ocuparán puestos en el Poder Judicial.
Hay quienes afirman que la reforma elimina la “carrera judicial”; sobre esto quiero hablarles desde mi experiencia personal.
Ingresé al Poder Judicial en 2003 como oficial administrativa gracias a una convocatoria abierta para presentar examen —el cual acredité con altas calificaciones—, pero eso no era lo común, porque difícilmente se encontraban convocatorias abiertas.
Posteriormente, cuando se abrió una convocatoria para presentar el examen que permitía iniciar la carrera judicial, el sistema no me lo permitió, ya que en los juzgados se requería una carta de recomendación del titular para poder presentar dicho examen. Así que, si uno no conocía a nadie (como era mi caso), no podía iniciar la carrera judicial.
Hoy, el nuevo sistema establece comités evaluadores que analizan los perfiles y seleccionan candidaturas sin favoritismos, esos perfiles son los que posteriormente son sometidos al voto ciudadano, por eso, con la reforma ya no necesitas conocer a “alguien adentro”, solo cumplir con el perfil.
Como dije en la charla:
“Si tengo el perfil, no necesito una recomendación. Necesito una oportunidad justa.”
Claro, hay cosas que trabajar como los mecanismos de igualdad de oportunidades durante el proceso de elección judicial.
¿Y qué hay de la politización?
Toda elección tiene riesgos, sí. Pero no olvidemos algo: antes los ministros eran propuestos por el presidente y aprobados por el Senado. ¿No es eso también politización?
Hoy, tú decides. Tú votas. Puedes investigar los perfiles, escuchar sus propuestas, y exigir rendición de cuentas. No se trata de idealizar la reforma. Se trata de reconocer su potencial transformador.
Reflexión final: tu voto importa
Esta será la primera vez que podremos elegir a a las personas titulares del Poder Judicial de la Federación. Es un reto, pero también una gran oportunidad para cambiar la justicia desde la base.
Como candidata a magistrada en este nuevo Tribunal, me comprometo a que esta nueva institución cumpla su función con ética, imparcialidad y respeto al debido proceso. Por primera vez en México, tendremos una instancia especializada para vigilar que el comportamiento del personal jurisdiccional se apegue a la Constitución.
La justicia no se transforma desde el escritorio de un ministro o ministra, sino desde la conciencia ciudadana. Por eso, infórmate, cuestiona, observa trayectorias, escucha discursos, analiza vínculos. Porque cambiar la justicia empieza por el voto.
Gracias por acompañarme en este camino. Te invito a ver la charla completa en YouTube